Hoy, en "Platicando con...", les presentamos a la poeta, narradora y editora colombiana María Antonia León. No pueden dejar de leerla, amigas y amigos.
Foto: Daniel Castillo
Me cuesta mucho definirme porque tengo una identidad fluida. No me siento nombrada en mi nombre, por ejemplo, debido a que es la suma de varias violencias: María es la madre virgen, la negación de la sexualidad femenina; Antonia es por Antonia Santos, guerrillera y heroína de la independencia en Colombia, y fusilada en Socorro con los ojos vendados; León es el apellido de un padre que no asumió su paternidad de ninguna manera, tal como actúan estos felinos en la naturaleza.
En esa identidad fluida he buscado un nombre, pero todavía no lo encuentro. Afortunadamente he podido refugiarme en palabras milagrosas: soy una bruja de aire, tengo poder con las palabras y confieso que a veces lo he utilizado para sembrar oscuridad; ya estoy llegando a unos buenos años de magia blanca con la escritura, que para mí tiene que ver con la manera de nombrar lo terrible siendo honesta con una misma. Creo que soy una escritora honesta. Pero, ante todo, una mujer feminista y una escritora feminista.
Así como mi identidad es fluida y no puede contenerse dentro de mi nombre, así mismo lo que hago no cabe en ningún cajón. Como una araña, siempre tengo que poner las patas en distintos puntos y caminos; así consigo libertad creativa. Si me entrego a una sola cosa, me aburro; si escribo en un solo género, me acomodo y todo me suena igual. Necesito motivación.
Creo que no me estimularon suficiente cuando niña y ahora estoy viviendo una niñez tardía donde cada cosa que hago la encuentro fascinante. Escribí todos mis libros al mismo tiempo y por eso se han publicado en un periodo corto de años: en 2021, un libro de poesía; en 2023, una novela; en 2024, un libro de cuentos. La literatura es una sola y me gusta moverme por todas sus fuentes.
Ahora mismo estoy escribiendo una nueva novela: mi autobiografía de infancia, un trabajo poético alrededor de la orfandad; también estoy tratando de armar un nuevo libro de cuentos con relatos fallidos del pasado; y un libro de astrología para destituir esos arquetipos patriarcales y empezar a nombrarnos en femenino o en queer.
Y aun me queda tiempo para el trabajo que me da el sustento: leer y editar libros, hacer rescates editoriales, dictar clases, hacer talleres y administrar mi emprendimiento, una escuela de escritura y astrología llamada La Maletra...
Esta variedad de proyectos me mantiene activa a nivel mental y me exige estar en contacto con diferentes agentes de la cadena del libro, lo que me hace muy feliz porque detrás de cada proyecto hay una amistad que se nutre y un aprendizaje: se obtienen libros nuevos, autores desconocidos, referentes vitales para el trabajo propio, visiones sobre lo que una misma escribe…
Fragmento del cuento «Luna de semen», publicado en Las ballenas son más sutiles (FCE, 2024)
Ricardo abrió la puerta del sueño y se metió por debajo de la sábana, como un gusano de hielo. Reptó hasta las piernas de Alicia y ella, con el cuerpo sometido, fue incapaz de negarse. Él le agarró el culo para quitarle las tangas; ella quiso rechazar el sexo, pero pensó que si lo hacía Ricardo la iba a abandonar en ese hotel extranjero. Alcanzó a debatir con su alma mientras los calzones dibujaban el camino del miedo, pero lo dejó seguir adelante, sabiendo que fingiría un orgasmo para sobrevivir.
Veamos cómo Ricardo busca la entrepierna y se instala en el clítoris, lamiéndola como a un granizado de adrenalina. Al principio ella toda seca, con el corazón traicionado; después ella toda húmeda, la biología femenina la traiciona a ella. No se sabe si esta humedad es el llanto de su alma. Ricardo eleva el pecho y se encuentran juntos debajo de la sábana traslúcida; grafitada de oscuridad. Así nacen dos caracoles: el primero, sutil, brota de Alicia; el segundo es una luna de semen.
Comments