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Platicando con...

EntreTmas Revista Digital les invita a conocer un poco más sobre el poeta, ensayista y crítico literario cubano Emilio Bejel. Pasen a leer, amigas y amigos.

A menudo creemos que somos esa novelita de la que nuestra memoria escoge los capítulos que parecen más apropiados para cada ocasión, y en ésta escojo decir que nací y me crie en un pueblo de Cuba llamado Manzanillo, hasta que llegué solo a los Estados Unidos a los dieciocho años.  Aquí hice estudios hasta terminar mi doctorado, y desde entonces fui profesor de literatura hasta mi retiro a los setenta y cinco años. Aquí he tenido amores, amoríos y una buena dosis de desamores, y aquí también he disfrutado de éxitos mundanales y efímeros. Desde niño hasta hoy he creído que el mundo debe luchar por mejores condiciones de vida para la humanidad, y me horroriza que haya tanta pobreza que contrasta con tanta ostentación delirante. Como parte de mi historia y mi preocupación central, debo añadir que, en cuanto a mi país de origen, he experimentado exilios y regresos, ilusiones y desilusiones, pero no me arrepiento de nada. Entre los gobiernos de Cuba y de los Estados Unidos, como se sabe, ha existido una verdadera guerra por más de medio siglo, y eso es una desgracia incalculable. ¿Podré ver algún día una resolución, aunque sea parcial de ese conflicto? No creo que me quede tiempo para vivirlo.


Siempre he tenido una gran pasión por la literatura, especialmente por la poesía. He publicado numerosos textos de crítica literaria, poesía y narrativa, y siempre me parece que no es suficiente, que hay más que hacer. Hay algo que me llama la atención de mi poesía y algunos de mis otros escritos: a menudo son textos trágicos, dramáticos, desesperados, y sin embargo en mi vida diaria creo (es solo una impresión personal quizás equivocada) que me comporto y me siento casi siempre feliz, con un gran entusiasmo por la vida. No sé cómo se relaciona esa impresión de vida con varios de mis textos. Tal vez la respuesta se acerque al principio filosófico que asegura que la vida no se puede agarrar en la escritura porque son dos medios, y acaso dos mundos diferentes.

 

Sigo escribiendo poesía con enorme interés. Desde mi retiro he publicado un poemario, La casa ardiendo (2019), y en 2020 la editorial española Aduana Vieja publicó Emilio Bejel, Obra selecta (selección y prólogo del profesor Stephen Clark), una antología de mis textos críticos, poéticos y narrativos. También ha salido recientemente una colección bilingüe de mis aforismos titulada Duermevelas/Sleepless, y tengo terminada la segunda colección de aforismos que trataré de publicar cuando se pueda.

 


Astronáutica


¿Desde dónde contemplaremos ahora nuestras pequeñeces?


En la huella que marcamos sobre el polvo lunar,

a una distancia incomprensible,

y cumpliendo una promesa milenaria

que le habíamos hecho a los dioses de la sabiduría,

confundimos la huella con una conquista territorial,

y plantamos una banderita de colorines.


Ese fue un tremendo error de perspectiva.

Esa fue una oportunidad desperdiciada.

Más nos hubiera valido descender

cantándole a voz en cuello al vecino:

“estamos solos, hermano,”

 “hermano, hermano, tengamos misericordia de todos.”

Y debimos prometerle que no le escupiríamos más

su puerta semi abierta o semi cerrada,

y que sus hijos serían nuestros hijos para siempre,

y que permaneceríamos abrazados contemplando el inmenso espacio,

aterrados ante la infinitud y sus peligros meteóricos,

y que repartiríamos lo que nos sobraba y lo que no nos sobraba.


Migajas todas.

(2019)

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