Para EntreTmas Revista Digital es un gusto, en esta ocasión, acercar a nuestros lectores, a la escritora ecuatoriana Sara Vanégas Coveña.
Ante todo, mi gratitud a Margarita Drago, por su amable invitación a participar en esta serie de entrevistas, y a EntreTmas Revista Digital, que la acoge.
La trashumancia ha marcado mi vida. Así como mi pasión por el mar. (Lo descubrí a muy temprana edad. “Y desde entonces - como dice Rimbaud- me bañé en el poema del mar”).
Nací en una ciudad andina: Cuenca. A los dos o tres años de ese suceso me trasladé (me llevaron mis padres) a la costa, donde aprendí a amar a esa gente tan generosa, alegre, desenfadada…
Ya adolescente regresé a Cuenca y más tarde ingresé a la universidad para seguir Filosofía y Letras. Pero interrumpí esa carrera (que terminaría algunos años más tarde), pues viajé a Alemania, gracias a una beca del Göthe Institut, para formarme como Profesora de Lengua y Cultura Alemanas. Esta fue la primera de largas estancias (alrededor de 12 años, en total) en ese país, siempre gracias a renovadas becas, hasta culminar mis estudios con un doctorado en la Ludwig-Maximilians-Universität (Múnich). Volví a Cuenca. Empecé a dictar clases en la Universidad del Azuay, donde hice una maestría en Docencia Universitaria. Entonces recibí una invitación para estudiar en Madrid y obtener el título de Profesora de Lengua y Literatura Españolas. Años después, gracias a otra invitación del gobierno de ese país, me dediqué a investigar la poesía española de los años 70. Regresé a Cuenca. Fui contratada por la GTZ (institución alemana) en calidad de consultora de español como segunda lengua, en Quetzaltenango, Guatemala (previamente ya tenía estudios sobre la lengua española y su interacción con el kichwa y el shuar, nuestros idiomas ancestrales más conocidos y hablados). Volví a mi universidad, donde además de desempeñarme como docente también trabajé en investigación (hace un par de años elaboré una antología de poesía ecuatoriana, que tuvo muy buena acogida en Ecuador y aun fuera del país). En resumen, he estudiado y trabajado en varias ciudades y países (en las universidades de Múnich, Bielefeld, Cuenca, Leonir Rhyne College, Azuay). Y, paralelamente, me he ido sumergiendo en la magia de la poesía, como diría Lorca.
Todo este rápido recuento para entender, yo misma, que mi destino ha sido el deambular por muchos lados, conociéndolos, es decir, conociéndome. Tal vez por ello, uno de mis más recientes libros (una pequeñísima antología, traducida a siete idiomas) se titula Destinos.
Como Embajadora Universal de la Paz trabajo con Amnistía Internacional y otras instituciones con fines humanitarios, tratando de mitigar, mínimamente, la lacerante situación que viven –o sobreviven– tantos seres humanos a lo largo y ancho del planeta.
Todas estas diversas experiencias y vivencias han ido dando forma a mi trajín vital y a mi poesía pues, aunque mi vida la he dedicado al estudio y la docencia, siempre –como el hilo de plata que constantemente buscamos– he ido tejiendo poemas y poemarios (PoeMAR, Al Andar, Versos Trashumantes, Catedral Sumergida, Música de agua y otros), que han tenido la fortuna de alcanzar reconocimientos en diferentes países.
La trashumancia me ha permitido descubrir no solo geografías, climas y culturas, sino también mis propias estaciones vitales, que luego han sido vertidas, no sin dificultades, en mis poemas. No sin dificultades, digo, porque sé que las palabras no son sino el eco apagado del silencio. Y la poesía, para mí, es el silencio; o el puente entre el silencio y la palabra. (Ahora mismo, mientras escucho a Schumann, recuerdo que tanto él como Mozart afirmaban, por su lado, que la verdadera música no estaba en las notas sino en el espacio entre ellas). Tal vez a esto se deba la afirmación de Pessoa sobre el “fingimiento” del poeta. Y esta convicción ha hecho que cada vez me acerque más a las literaturas orientales, a su aire, a su ritmo y espíritu. Fruto de estas indagaciones es un libro inédito y otro en formación.
Por otra parte, siguiendo con el tema de la poesía, debo consignar aquí mi agradecimiento a la Universidad del Azuay que está publicando una colección de ocho tomitos de mi obra (que incluye uno de relatos cortos hasta ahora inédito), con el afán de darla a conocer al público adolescente, a los colegios de educación media. Para ello los editores se valen de interesantes herramientas como son los paratextos, ilustraciones, videos…; todo, con el ánimo de impactar en los lectores y estimular la lectura, de la poesía, particularmente. Se trata, desde luego, de un bello proyecto que me tiene muy entusiasmada.
Actualmente continúo con mis talleres de lectura y creación literaria. Y me es muy grato participar en recitales y congresos en América y España.
Para terminar esta presentación, me permito compartir con ustedes uno de mis poemas favoritos:
RETORNO
los pájaros han vuelto a mi ventana
oscuros libres ajenos
queman el aire cantan
pero no anidan
cruzan el desierto de mi nombre
beben de mi sed
los pájaros tardíos
mi casa es un enjambre de alas que se fueron
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