ENTREVISTA
Por Zaida Corniel
"Siempre he estado en contra de las barreras educativas y los espacios cerrados”
No veía a Rachel desde el 2016 cuando coincidimos en Puerto Príncipe durante la Conferencia de la Asociación de Estudios del Caribe y al término de esta nos reencontramos en la República Dominicana donde Rachel viajó a hacer investigaciones. Como parte de ese proceso, la acompañé a visitar el Museo de las Hermanas Mirabal. Este año, 2023, nos reencontramos en el Schomburg Center para hablar del resultado de esas investigaciones publicadas en su más reciente libro, Being La Dominicana: Race and Identity in the Visual Culture of Santo Domingo (University of Illinois, 2021).
En este libro, la Dra. Rachel Afi Quinn explora la ambigüedad racial en la República Dominicana. Partiendo de la conocida pieza artesanal dominicana, la muñeca sin rostro, Rachel propone esa imagen como la representación de una identidad racial fluida. Asimismo, a través de varias entrevistas a jóvenes mujeres dominicanas, entre las que incluye a artistas y activistas expuestas a experiencias transnacionales, analiza cómo estas intervienen narrativas raciales y de género a través de sus obras y las redes sociales. La académica y profesora de los departamentos de Comparative Cultural Studies y Women´s, Gender & Sexuality de la Universidad de Houston, también ofrece un análisis sobre la violencia de género desde la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo hasta los casos más recientes. Con esta entrevista se cierra el círculo que inició con una conversación rodeada por el paisaje bucólico del museo de las heroínas, en Conuco, Salcedo, y que termina en el Schomburg Center, en el barrio de Harlem, en la ciudad de Nueva York, lugar en el que hoy Rachel se encuentra realizando otras investigaciones. No podía ser mejor lugar para concluir este periplo.
Durante la entrevista hablamos en inglés, español y espanglish. La traducción al español es mía.
“Una de las formas para mantener e imponer el poder es haciendo que este sea muy exclusivo incluso en el lenguaje. Por lo tanto, también es un desafío cuando se utilizan varias lenguas”.
ZC: Rachel, al inicio de nuestra conversación te definiste como una public scholar. ¿Podrías explicar a nuestros lectores qué significa eso?
RQ: Para mí es muy importante que las ideas con las que estoy trabajando, generalmente estudios críticos sobre feminismo y raza, sean presentadas en espacios públicos, dirigidas a la población en general. Siempre he estado en contra de las barreras educativas y los espacios cerrados. Desde mis estudios de posgrado, trabajo con la organización Imagining America. Por eso en mi libro escribo en un tono que es un poco menos académico, porque va dirigido a todo público. Durante la presentación del libro en el Instituto de Estudios Dominicanos en City College (City University of New York, CUNY) conversé con educadores que enseñan a estudiantes dominicanos a nivel intermedio y secundario. Allí ellos me manifestaron que necesitan materiales con los que puedan introducir estos temas a su clase. Creo que como académicos tenemos que escribir de una manera en la que podamos abrir puertas para los estudiantes e instructores, en vez de que estos sientan que no pueden acceder a la información. En mi trabajo con otros profesores, jóvenes académicos y estudiantes, los reto a pensar a qué conversación ellos están entrando, con quién quieren compartir sus ideas. Y pienso como una persona con valores feministas hacer las ideas accesibles. Mientras enseño estudios de género y teoría feminista estoy realmente pensando en estos valores fundamentales que desafían al poder. Una de las formas para mantener e imponer el poder es haciendo que este sea muy exclusivo incluso en el lenguaje. Por lo tanto, también es un desafío cuando se utilizan varias lenguas. Originalmente mi libro fue publicado en inglés. Aquí, en este lado (en los Estados Unidos), fue importante para muchos dominicanos leerlo en inglés. Se sintieron visibilizados, porque hay muchos dominicanos que no leen en español. Y como este libro expone la labor que desarrollan mujeres activistas y artistas en la República Dominicana, el próximo año, en 2024, será publicado en español.
ZC: Durante las entrevistas, como describes en tu libro, hubo varios momentos durante la conversación en los que cambiaban indistintamente de una lengua a otra, ya que las entrevistadas eran jóvenes de clase media que hablaban inglés en su mayoría. Además, habían crecido bajo la influencia de los medios y una estructura neoliberal con alta influencia de los Estados Unidos. ¿Fue difícil para ti traducir y entender los giros idiomáticos sobre todo en español?
RQ: Claro que sí, porque tengo capacidad para hablar en español, pero me siento más cómoda en inglés. Aunque después de estar viviendo más de un año allá podía hablar fácilmente en español y comunicarme bien. Durante este proyecto tuve que aprender cosas, aprender el idioma, pero también maneras de cómo comunicarme con el cuerpo y entender el contexto. Fue importante para mí, además, entender esa identidad transnacional en Santo Domingo. Es decir que no puedes simplemente aterrizar en un lugar e imaginar que las personas están separadas de una conexión global más grande. Y en ese momento era más fácil estar conectadas para estas jóvenes mujeres, porque tenían acceso a las herramientas digitales. Todo el mundo tenía un BlackBerry y más adelante un teléfono inteligente. Esa era la norma, entonces tenía que escribir sobre este mundo de esa manera. No solo sobre el tipo de transnacionalismo asociado a los viajes, sino también aquel que está relacionado al constante movimiento y comunicación de la diáspora a través de las redes sociales.
ZC. Tu libro es un aporte muy significativo a los estudios dominicanos porque has explorado el impacto de las redes sociales en la creación de una identidad racial y de género, así como la cultura visual ¿Cómo empezó el proyecto para este libro?
RQ. Quería estudiar la experiencia de mujeres como yo que tenían una identidad, como decimos en inglés, mixed race identity (raza mixta o mestiza). Sabía que en la República Dominicana la mayoría es racialmente mezclada y de ascendencia africana. Comencé allí para ver si estas mujeres habían tenido experiencias raciales similares a las mías y algunas coincidieron. Me interesé, además, en explorar la cultura visual porque la raza, y cómo pensamos sobre ella, está basada mayormente en lo visual. Por esa razón me interesé en articularla y estudiarla para hablar de raza. Porque entendí, por experiencia propia, que podemos ver la misma imagen de una persona e identificarla racialmente diferente. En mi trabajo exploré cómo las personas veían e identificaban a otros a través de la imagen. También este proyecto está delineado por mis propios valores y prioridades, e incluí comunidades feministas, queer, de mi edad más o menos. Empecé el proyecto cuando tenía 31 años y los miembros de estas comunidades estaban como en sus 20s. Era una comunidad de activistas muy importante para mí, porque teníamos valores similares y podíamos sostener conversaciones. Entonces mis prioridades delinearon el proyecto y la gente que tenía los mismos valores venía para entenderlo.
ZC. Claro, los proyectos de investigación generalmente son muy personales. En la introducción señalas que uno de los objetivos de tu investigación es explorar cómo estas jóvenes mujeres dominicanas se representan en las redes sociales. ¿Crees que a través de esa acción estas jóvenes tienen cierta agencia y se reapropian de esta narrativa que sexualiza y ejerce violencia sobre el cuerpo de las mujeres de color?
RQ. Exacto, eso es. Yo aprendí en mis estudios sobre feminismo con mis mentoras Chandra Mohanty, Beverly Guy Sheftall y Elora Halim Chowdhury, entre otras, sobre cuestiones de agencia cuando hablamos de grupos marginales. Ese es el espacio donde veía la agencia de esas jóvenes mujeres, porque están construyendo sus propias narrativas en línea. Además están siempre negociando su identidad con la cultura dominante que proviene de la imagen del Caribe y la hipersexualización de los cuerpos negros, marrones o piel oscura. Entonces sí, entendí los estereotipos y cómo estas mujeres estaban formando su identidad con estos estereotipos. Me interesaba mirar cómo ellas teorizaban y ejercían presión en contra de esta narrativa, en vez de asumir y verlas como víctimas de la sociedad neoliberal. Porque ellas no eran víctimas. Están haciendo un trabajo increíble y creando obras de arte en respuesta y con una postura crítica. No profundicé mucho en la historia del activismo de izquierda en el contexto dominicano. Pero esta joven generación está muy involucrada con el activismo en Santo Domingo y creo que tiene que ver con la influencia de los movimientos de los partidos de izquierda que han estado allí. En el tiempo que viví allá pude entender de donde provienen las narrativas de identidad y cuales mujeres tienen la capacidad de presionar contra estas representaciones. Asimismo entendí quienes tienen privilegios por su raza, clase o educación. Mi prioridad era hablar con las que estaban en la universidad y pertenecían a comunidades y organizaciones, porque tienen más conciencia de lo que está pasando al respecto.
ZC. Para hablar sobre la principal imagen que originó tu idea sobre la ambigüedad racial en la República Dominicana, la muñeca sin rostro, y cómo esa identidad puede ser muy fluida, noté que en las entrevistadas se perciben ciertas contradicciones y jerarquías raciales. Específicamente hay un momento en que entrevistas a dos jóvenes y una de ellas desmerece a la otra por su raza.
RQ. En las entrevistas cuando alguien habla sobre su identidad tiene su propia narrativa. En la República Dominicana tienen una familia que es bien mezclada por raza, por la historia. Como mi amigo Marcos Morales me dijo: si tú ves las fotos de las familias dominicanas puedes observar como la raza va cambiando a través de los matrimonios interraciales. Notas que de una generación anterior a otra puede haber una gran diferencia, en donde primero predominan más personas de color y luego esto va cambiando. Quizás no profundizo mucho esta idea en mi libro, pero me siento a hablar con estas mujeres para ver si ellas observan y le dan algún sentido a esta idea racial. Además, las entrevistas te permiten oír las ideas que afloran mientras el entrevistado las está pensando. Estaba muy emocionada de que me entrevistaras porque generalmente soy yo la que entrevista a otras personas, y cuando alguien te hace estas preguntas importantes tienes la oportunidad de articular ideas que quizás nunca habías articulado. En relación con el ejemplo que mencionas, esta joven tenía entre 18 y 19 años. Ellas estaban reproduciendo lo que sabían sobre donde encajabas en la jerarquía social según la raza. Pero mi papel en la entrevista no era el de una educadora, sino propiciar a que ellas expresaran sus opiniones de ese momento. Ha pasado algún tiempo y estas ideas habrán cambiado, quizás hasta después de esa conversación. La joven que mencionas tiene una idea sobre su perfil racial y no se veía en el mismo rango social. Todo el mundo comenta sobre el color en la República Dominicana. Es muy diferente de los Estados Unidos, y esa fue una de las razones por la que quería entrevistar a la gente allá. Hay comentarios raciales constantes, donde las personas dicen cosas que quizás piensas, pero nunca dirías. Intenté incluir esto en el libro. Hice una selección de las cuarenta entrevistas que realicé, en las que muestro la ambigüedad racial en la República Dominicana y cómo esta funciona.
ZC. Mencionabas las diferencias raciales entre la República Dominicana y Estados Unidos, y en una de tus presentaciones del libro aquí en Nueva York noté que algunos miembros de la audiencia comentaban que no era tan diferente. La audiencia era muy diversa, incluía mayormente a afroamericanos y latinos, y ellos señalaban, por ejemplo, que en el ámbito familiar se usan términos racistas, como la idea de "adelantar" y "atrasar" la raza, que se repiten tanto aquí como en otros lugares. Y que es parte de la narrativa racial caribeña también. ¿Qué has encontrado en este proceso de ir hablando por diferentes universidades, qué otras informaciones has obtenido en estas conversaciones?
RQ. No eran una sorpresa para mí estas conversaciones. Solo quiero decir que hay una falta de representación de profesores en el área del Caribe. Todas las universidades donde he ido a presentar mi trabajo me dicen que tienen tantos estudiantes del Caribe y quieren que presente mis investigaciones. Pero yo pienso, por qué no tienen más profesores en esa área, porque hay, ustedes existen aquí en el norte. Sin embargo, hay una falta del sistema por no tener gente que pueda educar a los estudiantes sobre este tema. Todo el mundo quiere discutir el tema racial porque es una experiencia muy personal. Pero no hay espacios muy seguros para hablar sobre esto. En las presentaciones trato de dar permiso o propiciar la conversación sobre raza y que la audiencia se involucre en el diálogo, porque especialmente aquí nos dicen que de eso no se habla. Contrario a cuando estás en Santo Domingo donde constantemente esto es parte de la conversación. Aquí la gente no sabe cómo navegar por estos temas.
ZC. He notado esa incomodidad cuando hablo sobre raza en mis clases…
RQ. Sí, porque hubo toda una generación, que es la generación de mi madre, que era ciega ante la raza, el color, no se suponía que dijeras algo sobre esto. Esa fue una motivación para hacer esta investigación en la República Dominicana, porque la gente siempre está comentando sobre como luces. Crecí en un espacio muy blanco donde la gente apenas hablaba sobre raza y eso me hacía sentir invisible. Pero yo era la otra. Entonces, ver a dominicanos y su diáspora hablando constantemente sobre raza y cómo esto ha moldeado sus vidas, ha sido impactante. Esto me ha ayudado a identificar donde mi trabajo entra en la conversación. Construí una comunidad en Santo Domingo y me siento bastante conectada, pero aquí en Nueva York no conocía tanta gente de la diáspora. Yo conocía a los académicos y llegué aquí para entender el contexto en el que mis amigos trabajan. Además, otra conversación sobre raza y color aquí, diferente de Texas, diferente de Santo Domingo, diferente de Ghana. Todos los espacios tienen ideas raciales diferentes.
ZC. Durante la investigación estabas consciente de cómo tu perfil racial influía en la manera como te relacionabas en Santo Domingo. ¿Qué tan difícil fue ese proceso de ver y ser vista o lo que refieres como seeing and being seen, porque mencionas que en la investigación hay un trabajo etnográfico y, hasta cierto punto, autoetnográfico al mismo tiempo…
RQ. No estaba usando este término autoetnográfico en mi proyecto, pero entendía que mi cuerpo (color) establecía la manera en que las personas interactuaban conmigo y viceversa. También tengo que decir que no me siento muy cómoda of being seen (ser vista), aunque a medida que crecía esto fue cambiando. Pero al crecer en un espacio blanco yo era una introvertida aprendiendo a ser extrovertida. En el libro terminé escribiendo sobre teatro . Fui a ver obras de teatro donde los artistas habían desarrollado esa capacidad de ser vistos. Aunque al final descubrí que algunos de ellos eran introvertidos. Era solo cuando estaban en el escenario que ellos se transformaban y podían adoptar diferentes identidades que los ayudaban a ser vistos. Y sí, la manera cómo las personas se relacionan conmigo tiene que ver en cómo me miran. Mi color les dice algo sobre quien soy, como podrían hablarme sobre raza y color. Aquí también, aunque en esta institución (Schomburg Center) mi color tiene otro significado, diferente al de Santo Domingo. Incluso, conversando después de mi presentación en el Instituto de Estudios Dominicanos, algunos me preguntaban: “¿estás segura de que no eres dominicana?”. Y siempre explico que provengo de una familia judía y del oeste africano (Ghana), y esas fueron las personas que vinieron a Santo Domingo o Saint Domingue. Entonces tenemos ese mismo linaje. Pero eso no es latinidad. He aprendido a adaptarme en Santo Domingo y me he asimilado, así como los dominicanos cuando vienen a los Estados Unidos. Y he aprendido a usar la gestualidad que adopto de manera intercambiable cuando navego en ese espacio.
ZC. Interesante. Hay muchos temas de los que podríamos hablar, se me quedan fuera algunas preguntas del contenido del libro. Aunque prefiero invitar a los lectores a que lo lean. Tengo una última pregunta en relación con el escenario sociopolítico que estamos viviendo en los Estados Unidos. ¿Cuáles son los retos de enseñar temas de género y raza en la academia norteamericana hoy?
RQ. Esa es una pregunta muy importante. Pienso por qué no hay más gente discutiendo temas de género y raza. Toda mi vida he pensado sobre estos temas porque me afectan tanto. Pero en este momento, cuando alguien está investigando, cómo es que pueden investigar un tema de arte o el mundo social y no directamente hablar sobre el género y sus efectos. Quienes están participando en la conversación están moldeados por el género. Somos seres sociales. En mi trayectoria como académica siempre estoy confrontando mi socialización como mujer y lo que esto significa. Dónde puedo tener acceso y una voz. No entiendo cuando las personas no toman en cuenta al género. Pienso que esto tiene que ver con cierto privilegio. Cuando socializas como un hombre y esto te da muchos privilegios en la sociedad. Mi compromiso en la academia ha sido como mentora de los estudiantes de primer año (junior), a quienes empujo a formular preguntas que expandan la conversación. Las teorías feministas me han enseñado a hacer esas preguntas guiada por la preocupación de las comunidades más marginadas. Para mí y mi generación era como mirar las narrativas y condiciones de las mujeres negras. Ahora estamos hablando más sobre las mujeres negras transgénero. Además, tenemos que confrontar la violencia contra ellas. Actualmente estoy conversando con académicos que están trabajando con el tema de los feminicidios y demandando que hablemos sobre las estructuras en vez de casos de violencia aislada e individual que se repiten una y otra vez , y que basados en el género devalúan a ciertos cuerpos. Constantemente estoy pensando sobre qué significa el que les estemos quitando la autonomía del cuerpo a las mujeres embarazadas, forzándolas a dar a luz. Así que creo que toda esta conversación se remonta a la autonomía corporal, la agencia. Estoy muy interesada en la cultura, pero también mirando hacia las estructuras que la sostienen. En el libro termino hablando de violencia de género, lo cual viene siendo un salto, pero pienso que en este tema estamos hablando sobre el control de la identidad del género y el cuerpo. Estamos hablando sobre la violencia que mantiene a las personas en su lugar. Actualmente estamos viendo mucha resistencia con la fluidez del género por parte de personas que rechazan ser encajadas en el género binario. Aunque la amenaza de la violencia siempre está ahí. Encuentro que es difícil vivir en estos tiempos, como alguien que ha tenido el privilegio de evitar violencia física en mi vida, pero que sabe que muchas personas a mi alrededor sí están tocadas por esa violencia en todas sus formas.
“Crecí en un espacio muy blanco donde la gente apenas hablaba sobre raza y eso me hacía sentir invisible”.
“Actualmente estamos viendo mucha resistencia con la fluidez del género por parte de personas que rechazan ser encajadas en el género binario. Aunque la amenaza de la violencia siempre está ahí”.
Biografía
Rachel Afi Quinn
Dr. Rachel Afi Quinn es profesora asociada en el Departamento de Estudios Culturales y Comparativos, así como en el programa de Estudios de la Mujer, Género y Sexualidad en la Universidad de Houston. Es autora de Being La Dominicana: Race and Identity in the Visual Culture of Santo Domingo (University of Illinois Press, 2021). Dr. Quinn recibió una beca de investigación por el Centro Schomburg (2022-2023) y por la National Endowment for the Humanities (2023-2024) para la investigación de su próximo libro sobre la vida de la feminista, música y periodista Philippa Duke Schuyler, Good Women Die: Re-Envisioning the Life of Philippa Duke Schuyler (1931–1967).
Biografía
Zaida Corniel
Escritora, actriz y profesora universitaria. Autora de la colección de cuentos Para adolescentes, premenopáusicas y especialistas de la salud.