ENTREVISTA
Por Zaida Corniel
“La novela penetra donde no llega la Historia”
Esta entrevista es la continuidad de muchas otras conversaciones que he venido sosteniendo con la escritora dominicana Emelda Ramos a través de los años en distintos puntos de la geografía, pero sobre todo en su acogedora galería rodeada por el verdor de su jardín, en Aguas Frías, Salcedo, provincia Hermanas Mirabal. Su galería, como siempre le he dicho, es un remanso donde la palabra descansa. Si estas paredes hablaran se harían eco de las interminables conversaciones con Emelda desde que era apenas una adolescente con ganas de ser escritora. Para ese entonces Emelda ya era maestra en el Liceo Emiliano Tejera de Salcedo, donde formó a varias generaciones y los puso en contacto con el teatro y la literatura. La profesora Emelda, como muchos también la conocen, ha jugado un papel importante en la creación de espacios para los jóvenes escritores de la región. Más adelante, su labor de educadora continuó en las aulas universitarias, en la Universidad Católica Nordestana (UCNE), donde también desarrolló una labor como investigadora; tarea que aún continúa con desbordante placer en un país donde las becas son escasas o inexistentes.
Con ganas de atrapar nuestros diálogos que quizás habrán quedado colgados en el jacarandá o el higüero –testigos fieles de nuestros encuentros–, le envié un cuestionario a Emelda para reflexionar sobre aquellos temas que hemos tocado en el pasado y, de algún modo, hacerle una jugada al tiempo y a la memoria. Es la primera vez que publicamos nuestras conversaciones, lo cual me satisface muchísimo, porque con ello iniciamos una tarea pendiente.
“La literatura
es un
desquite
contra
el olvido”.
P/ZC/ ¿Crees que la literatura es un arma contra el olvido? En otras palabras, ¿cuál consideras es el papel del escritor y la literatura hoy en día?
R/ER/ Siempre resulta estimulante esta pregunta, porque nos re-sitúa en un permanente ámbito interior, de reflexión, de auto explicación del mundo, en el cual la literatura realiza un papel primordial: preservación de la memoria. Y si para Cesare Pavese la literatura es “una defensa contra las ofensas de la vida”, para mí, narradora al fin, es un desquite contra el olvido que fragmenta el continuo, el todo de nuestra vida, es un registro de aquello que en verdad somos que queremos o intentamos ser. El eterno ser o no ser. El escritor, la escritora, como un cazador de mariposas, se empeña en atrapar lo fugaz, lo desapercibido, lo irrepetible, único en su diversidad, y que al fin, en la red, es una realidad transformada: el texto. Mas, a veces es la mariposa la que, convertida en memoria fluyente, continua, incombustible, atrapa en su red al escritor o escritora.
P/ZC/ En tu obra narrativa la historia y la memoria histórica juegan un papel importante. Estos contextos, por lo general, dirigen las acciones de tus personajes. Sobre todo, en tus dos últimas novelas, El pavor llegó en un convertible y Burn the River! ¡Quemen el río! ¿Hasta qué punto tu posición como investigadora influye en tu trabajo creativo? ¿Cómo manejas ambos roles en tu proceso creativo?
R/ER/ En general, la novela penetra donde no llega la Historia. Cuando la historia reciente de un país como el nuestro, no ha sido debidamente escrita y suficientemente difundida, es casi natural que los narradores nos apropiemos de su riqueza temática. En particular, después de la escuela francesa, la Escuela de los Annales, se entiende que “la novela histórica tiene que hablar no solo de reyes y batallas, la novela histórica tiene que hablar de la gente que vivió esos períodos, de sus emociones, temores y esperanzas. Todo lo demás es interesante en la medida en que afecta a los personajes. Pero es que la Historia es así.” No lo digo yo, sino Ken Follet.
P/ZC/ Tradición y modernidad, reflejadas a través del mundo rural y urbano, conviven también dentro de tu obra. Por ejemplo, en El pavor llegó en un convertible, las detalladas descripciones de los rituales religiosos propios de las zonas rurales se entrecruzan con las referencias al automóvil; el impacto de la radio a través de las radionovelas; la migración del campo a la ciudad y el exilio a Estados Unidos y Canadá durante la dictadura trujillista, entre otros. Estos referentes que he mencionado antes irrumpen y forman parte de la intimidad familiar campesina, al tiempo que reflejan las transformaciones sociales en la República Dominicana a lo largo del siglo XX. Además, expanden el imaginario de una zona rural apartada, rezagada. Te voy a hacer dos preguntas en una. Como una escritora que ha elegido asentarse en su terruño y desde allí posicionar su obra, ¿cuál es tu postura sobre la idea de que la literatura rural forma parte del pasado literario y la oposición de lo local a lo universal?
R/ER/ Es que nuestro imaginario está tan colmado de la tradición, que los habitantes de ese mundo urbano moderno y post moderno, aun a su pesar llevan a cuestas, en la mente, el corazón, la sensibilidad y en los sueños, esos recuerdos ancestrales, rituales del folklore y la religiosidad popular, que siguen dando sentido a su existencia. Soy una escritora nacida, y permanecida en el lugar en que vino al mundo, por tanto mi obra como parte de mí, tiene que proyectarse desde aquí, y si mi actividad escrituraria deviene en textos que a los ojos del lector, marcan esos opuestos…
P/ZC/ No creo que haya opuestos, sino todo lo contrario, ambos mundos conviven, se entrecruzan. Es precisamente dentro de esos espacios íntimos, familiares y rurales desde donde se desdibujan estas fronteras en tus narraciones, como en la novela que mencioné. Hadalinda, tu personaje principal, está en contacto con las publicaciones de la época en el Caribe, la revista cubana Carteles.
R/EM/ Carteles y Bohemia de Cuba, pero también Selecciones del Reader Digest.
P/ZC/ Desde tu primera novela, El despojo o por los trillos de la leyenda, recoges la oralidad del campesino cibaeño y transcribes no solo el habla sino también los giros coloquiales y la sabiduría popular campesina. ¿Estás consciente de esa labor etnolingüística en tu obra? ¿Cómo empezó este interés y por qué lo mantienes cuando hoy las identidades nacionales se cuestionan?
R/ER/ Ciertamente, mi primera novela breve El despojo o por los trillos de la leyenda, la escribí desde 1982, muy consciente de que la lengua regional, coloquial, de mi centenaria bisabuela y de mis abuelas, ya estaba condenada a desaparecer, y era de tal belleza que no era justo que nuestros nietos, no la conocieran… como ya advertía Pedro Henríquez Ureña, era una tarea pendiente. Y por otra parte, es mi humilde parecer, que los intentos de unificar en grandes bloques a la humanidad, para borrar esas identidades, se queda en la burocracia geopolítica, pues nada más “levantar la yagua vieja, aparecen los alacranes” de las identidades culturales: lengua, mitos, creencias, folclore y otras manifestaciones, que cohesionan y a la vez marcan las diversidades …Bueno, pues uno de los rasgos identitarios de la literatura del Caribe, es precisamente la oralidad, y es mi fuente nutricia.
P/ZC/ El tema de la primera intervención militar norteamericana ha sido poco explorado en la literatura dominicana, una novela que precede la tuya, escrita por otro compueblano, Juan Osorio Gómez (1929), cuenta la historia de resistencia intervencionista en la región de Salcedo con un romance en el trasfondo. En tu novela, y bajo la excusa de revelar la vida del mártir y gavillero Magaleno Gutiérrez, nos adentra también por la vida de una mujer-campesina-escritora y al lector se le ofrecen distintos testimonios de lo que pasó durante el paso de las tropas norteamericanas por Salcedo. ¿Cómo fue el proceso de recopilar estos testimonios y por qué decides mantener los nombres reales de tus personajes?
R/ER/ No creas, el tema de la primera intervención ha sido y sigue siendo explorado, pero ya lo dice un novelista tan avezado como Sábato: “un creador es un hombre que en algo perfectamente conocido encuentra aspectos desconocidos”. Juan Osorio Gómez, autor de Silvana, nuestra primera novela, con luminosa conciencia y humildad la subtitula: O una página de la intervención norteamericana. El martirio de esta inocente muchacha, desborda lo episódico, de la persecución, prisión, y tortura de los gavilleros de Ojo de Agua. Lo que sí me pareció cuasi desconocido es la resistencia patriótica a la ocupación en el corazón del Cibao y específicamente, en el nordeste, en Salcedo, lo cual permanecía como tú dices, inexplorado, si se compara con la muy reconocida epopeya del Este.
En los años setenta, cuando todavía mis abuelas, iniciaban su relatos, recurriendo a su frase inicial equivalente al “había una vez”; “cuando los americanos…”; supe que aún vivía y trabajaba su propiedad, no lejos de la nuestra, ese patriota gavillero, Magaleno Gutiérrez, y tuve la información de una testigo del enfrentamiento de sus gavilleros a la columna de marines en el río, entonces, ya no me detuve hasta hacer acopio de todo lo que aún pervivía de la historia en la oralidad y en los documentos. Pero mientras elaboraba el registro testimonial, sentía que era injusto mantener en la anonimia y el silencio a aquellos que sufrieron el directo impacto de la ocupación, su violencia, su censura, su terror, en sus hasta entonces apacibles vidas…Dar sus nombres reales en sus contextos biográficos es reivindicar lo que he leído en algún lugar: “la marginalidad de los relatores bajo la tiranía de la historia oficial”.
P/ZC/ Me llama la atención que en tus novelas los personajes infantiles femeninos son las voces protagonistas de la historia, Hadalinda en El pavor y Evarista en Burn the River! ¡Quemen el río! Este recurso me hace recordar a los personajes que cuentan el horror de la guerra civil española en las obras de Ana María Matute. ¿En tu caso, por qué te interesa contar desde esta perspectiva?
R/ER/ ¡Ana María Matute! Extraordinaria narradora; fue un lujo conocerla en la feria internacional del Libro de Santo Domingo. Pero contestando a tu pregunta, creo es justo y necesario dar voz a estos personajes, que hubo un tiempo en que, en la cotidianidad, no se les permitía hablar. ¡Demasiado tiempo ha correspondido la primera persona a protagonistas hombres, de historias contadas por hombres! Y siendo sincera, confieso que me resulta tan lúdico transcribir el discurso de una preadolescente. Cuánta espontaneidad y transparencia. (Quizás por mi largo ejercicio de maestra de literatura para esas edades).
P/ZC/ No recuerdo donde leí, ni el nombre de la autora a quien se le cuestionó haber cambiado su estilo, antes de frases cortas y ahora de frases largas y complejas. Ante esto, ella contesta de manera tajante que ahora sus hijos habían crecido. ¿Por qué prefieres la novela breve?
R/ER/ Sin duda, leyendo a una experta en géneros literarios como Silvia Adela Cohan caí en la cuenta de que es la estructura novelística, que me atrapa más intensamente en la red.
P/ZC/ ¿Y qué precisamente te atrapa de ella?
R/ER/ Las similitudes y las diferencias que tiene con el cuento y la novela. El ritmo de creación de una novela corta me lleva con la intensidad del cuento, en un crescendo hasta el remate, y al mismo tiempo me permite cierta perspectiva interior que es propia de la novela, que en ella lleva al creador y al lector a la deriva, en un horizonte de expansión.
P/ZC/ Una última pregunta a esta conversación que es la continuidad de muchas otras, tienes libertad de no contestármela, como han hecho otros escritores que consideran el anuncio de una obra nueva como un sabotaje para no escribirla. ¿En qué estás trabajando actualmente o viene alguna publicación nueva?
R/ER/ Pues…sí, inminentemente, viene una novela corta.
“El ritmo de creación de una novela corta me lleva con la intensidad del cuento”.
Biografía
Emelda Ramos
Narradora e investigadora dominicana (Salcedo, 1948). Autora de las novelas El despojo o por los trillos de la leyenda, premio de narrativa del Ateneo Minerva Mirabal de Salcedo (Editora Taller, 1985); El pavor llegó en un convertible (Santuario, 2020) y Burn the River! ¡Quemen el río! (Santuario 2023). Ha publicado las siguientes colecciones de leyendas, cuentos y relatos: De oro, botijas y amor (Cocolo Editorial, 1999) Angelario urbano (Ángeles de Fierro, 2003), Los oficios y placeres de Miralvalle (Ediciones Ferilibro, 2009) y Cuentos diminutos (Editorial P.E.N; E.I.R.I., 2015).
Reconocida en 2023 como investigadora de la Historia local por el Archivo General de la Nación (AGN, 2017) por su publicación Historiografía y Literatura de Salcedo, 1865-1965. Es miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua y la Universidad Católica Nordestana (UCNE), cuya biblioteca dirigió por más de 20 años y fundó su revista Ciencia y Humanismo. En el 2015, esta alta casa de estudios le otorgó un Doctorado Honoris Causa en las Humanidades.