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Amanda Durán es una poeta referente de la poesía chilena contemporánea, quien la ha leído sabe que su oficio poético se sostiene sobre la base del amor siempre presente en todas sus expresiones y manifestaciones. En los poemas que compartimos en este número, el lector entra en diálogo con un yo lírico que lo invita a reflexionar sobre las complejidades del amor, de la soledad y de la búsqueda de conexión en un mundo que puede ser hostil y desolador. Nos advierte que en la vida y en las relaciones con los otros cabe siempre la posibilidad de una fragmentación identitaria y emocional. Asimismo, el yo poético aborda temas profundos y dolorosos relacionados con la muerte y el duelo y cómo, a pesar de la tragedia, siempre habrá un lugar para la belleza transmutada en palabra. Amanda Durán nos recuerda que si bien el amor puede ser doloroso y esquivo, este sigue siendo una fuerza poderosa, el impelente que nos mantiene caminando.   Su palabra llama a todas mis puertas.      

                                                                                           

Pájaros

 

Hay pájaros bajo la cama en que dormiremos

También están en medio de las vigas,

Son grandes montañas de pájaros que solo pueden calmarse frotándose unos a otros;

Sus ojos son feroces, pero aún peores sus plumas,

Querrán morderte la barba o encajarse en tu pecho,

Igual que yo, son feroces y no querrán irse,

Porque el vuelo ahoga a los pájaros tristes

Porque cada vez que encuentro uno lo llevo a mi cama

y no duermen;

querrán morderte.

No quiero que te espantes cuando los veas,

Llevo con ellos tanto tiempo que traigo plumas pegadas por todo el cuerpo.

Cuando vengas me desnudaré primero

Y te pediré que cierres los ojos

No te espantes

He visto a otros como tú corriendo

No te espantes

No me gusta la soledad,

Olvida que lo dije, tengo a mis pájaros y ellos me tienen.

Quédate esa noche y yo te entregaré mis piernas

Tómalas cómo se toma lo más importante del mundo

Estas piernas un día serán ceniza o carne de lombrices,

Tómalas bien, porque la muerte es tan cómoda y posible.

 

Voy a darte amor como si fuera néctar, como si solo ese día vivieras

como si te trajera de la tumba y me trajeras

voy a apestar a amor, me vaciaré en ti como una plaga

bebiendo tu sudor como si fueras vino

para humectar mi lengua seca

rota por el polvo de estas plumas

son tantas y se me han ido pegando a la garganta, por eso la tos.

Sabes, me gusta tanto tu olor, quiero tanto dormir contigo.

Si lloro un poco pon tu mano en mi mejilla

Eso hacía mi abuelo,

Pero quédate, aunque sea solo esa noche,

Sería tan lindo que pudieras soportarlo.

 

Maquillé su boquita de rosa

 

Mi mamá no murió, la mataron.

Maquillé su boquita de rosa en el médico legal,

-era el único color que tenía en el bolso-

Se veía linda, aunque su cráneo estaba hundido

y eso parecía una flor

una flor enterrada o un mordisco;

estoy segura que me miraba igual que cuando era niña,

fijo me miraba, tierna, y me decía:

“tú sabes, tu sí sabes” y yo sabía;

Aunque quizás, con los ojitos pegados, no podía mirarme.

Me preguntó cómo murió y no supe responderle

Le conté de un corte de luz y hablé de la tormenta

Le dije que había tenido el último día más feliz

y después cuando al fin se quedó callada

la hicimos desaparecer en el mar

En el bolso no traía más que ese rush y unos chicles

Pinté como pude su boca y apreté su mano,

crujiente, seca y fría, la llené de besos.

Tenía un hueco en la frente y en él

me acurruqué a dormir un rato.

Ella nunca me hubiera permitido pintarle así los labios,

Me habría dicho que no, que prefería el rojo,

Y yo le habría dicho igual que se veía hermosa

“Más que cualquier mujer asesinada”

Nunca voy a perdonarme: pude romper mi boca con los dientes o las uñas;

Si pudiera volver, tú sabes

la maquillaría rojo.

Siempre puede haber sangre para pintar por última vez

los labios más importantes del mundo.

 

 

Hoja blanca

 

Me advirtieron

que a las mujeres que buscan se les descose el rostro

que andan por ahí

chorreando esa herida horrenda

que están solas

tan solas

que se les calca una foto en blanco y negro y un adónde

y ellos dicen:

no hay nadie.

 

Las fotografías son abrazos -murmuré

y les pregunté adónde.

 

Ellos me hablaron:

tenían en la voz muchas botellas quebrándose,

botellas vacías

tanto

y todas

reventando en sus dientes, su voz escupía vidrios rotos

abrían la boca y las astillas se me iban incrustando;

 

Ahí metieron sus dedos, y las botellas

tuve que cerrar los ojos

-Ahora quisiera cerrarlos-

Me dijeron que estaba loca

“No se busca el amor”

 

Amor, me preguntaron cómo eras

 Y yo les dibujé tu olor en una hoja

pero la hoja quedó en blanco apenas ellos la tomaron,

Y eran 3 o 4 metiendo sus manos en mi rostro

querían sacarme el pellejo,

yo lloraba porque te borraron,

apenas se las pasé 

tuve que cerrar los ojos

mis ojos

-ahora sueño con cerrarlos.

 

Tuve miedo, y grité

¡Monstruos! Grité

 

Estaba

chorreando,

Caían

Al piso mis gritos;

Amor caía.

Tanta Sangre

 

Sin piel y sin rostro los ojos pueden abrirse,

Se expanden por todo el cuerpo, como una infección;

Por eso

ahí las vi, las vi ahí

y eran miles:

tenían las manos amarradas al regreso y volaban

 

Volaban,

no se puede caminar cuando el piso es un pantano así tan rojo,

Volaban

y ellos no podían verlas,

sonaban

sus alitas hermosas sonaban

Y ellos sólo escuchaban “¡dónde están!”

 

No se busca el amor, dijeron.

-Y ellas eran el amor.

 

Yo las veía volar por todas partes

quería

tanto estar con ellas,

pero ellas tenían plumas, las repartían por el techo,

las suspiraban.

 

Por eso escalé las paredes

Me afirmé de los vidrios, a las botellas y a sus bocas

chillando escalé, ellas me ayudaron,

Pero no pude alcanzarlas.

Aun no aprendo a volar, pero intento

y tengo, tantas ganas

porque tengo un papel en blanco,

el desierto de una hoja en el que te ves hermoso.

Amor, amo tanto ese pedazo de nada;

Lo amo de día, pero mejor de noche,

En ese papel que me dicen vacío está la más linda carta de amor

Esa, que no alcanzaste a escribirme.

Biografía
Amanda Durán

Amanda Durán_edited.jpg

(Chile, 1982) En su país es una de las poetas más destacadas de su generación, fuera de él es un referente a la hora de hablar de poesía actual en Chile. Su obra -prologada por escritores como Nicanor Parra, Patricio Manns y Luna Miguel- ha sido publicada en Perú, España, Chile, Uruguay, Venezuela y Argentina; ha sido aplaudida en los más importantes escenarios para la poesía de Latinoamérica. Su primer libro escrito a los 12 años es Zona Primavera, sin embargo, sus libros más publicados en diversos países son: Ovulada, Antro; misa para señoritas, Nudo y La Belleza.

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